miércoles, 3 de junio de 2009

Confesión poética

No hay nada más difícil que decirle a los otros que una es una poeta (cuando doy clases de lengua, les digo a mis alumnitos que también se puede decir poetisa). La reacción es impredecible. Sonrisitas, palmadas en la espalda como diciendo "pobre", la nada. Pero es bueno de vez en vez decir lo que realmente es una. Ser poeta es ser alguien que trabaja con las palabras. Guerrea con ellas y no baja la guardia. Mucha veces se las traiciona porque se escriben otras cosas que no tienen nada que ver con la búsqueda de la verdad; esa categoría impresionante que produce más daño y dolor que la muerte misma.
Eso sólo hace un poeta. Busca la verdad en la palabra y no todos se la bancan. A mis treinta y cuatro años recién me animo a decir que escribo poesía. Y que pretendo hacer eso hasta que me muera. No es fácil. Para llegar a esa verdad pasé mucho tiempo entre dudas, inseguridades y angustias. Es mucha la tristeza que invade al poeta por eso busca en la palabra una luz que signifique una salida hacia el mundo mejor que ansía y que sabe con seguridad, nunca llegará.
Confesión de mi parte? Y sí, algo hay. La palabra tira como la sangre misma. Escribir para mi es igual o más importante que respirar. La palabra es vida. Quiero vivir de verdad.

1 comentario:

nella dijo...

Buenoo!! ha sido un gusto enorme leerte y descubir que nos une ese amor por la poesía y esa locura también ja!
Te voy a enlazar a mi blog, asi te tengo a mano! Cariños!