martes, 7 de julio de 2009

Estar atento al silencio estruendoso de la muerte.
Girar la cabeza esperando no encontrarla.
Caminar ligero para ganarle una vez más la partida.
Sentir que las manos frías son solo porque ha dormido destapado.

Sábado a la mañana, el otoño está presente
En las calles. Arremolina las hojas amarillas
Y ella está sentada sobre el cordón de la vereda
Atándose los cordones de sus zapatillas.

Es gris la espera como la sala donde estamos
Los que no nos conocemos.
Un acopio de lágrimas se desparrama por el piso
Nadie se levanta pero entre todos nos consolamos.

A lo mejor mañana alguien diga que todo valió la pena
Y volvamos a casa abrazados riéndonos
Por las tonterías que decimos para burlar a la muerte
Que espera, silenciosa, triunfante porque sabe que es cuestión de tiempo.

1 comentario:

nella dijo...

Me gustan mucho los dos poemas!
Qué temas la muerte y la tierra!
Besos